El yacimiento de Lezetxiki, excavado entre 1956 y 1968 por un equipo
encabezado por José Miguel de Barandiarán, vuelve a ser objeto
de atención en estos últimos años, a raíz de
las nuevas campañas de excavación que desarrollamos en el
lugar desde 1996. Lezetxiki es un depósito emblemático de
la Prehistoria vasca por diferentes motivos y, muy en particular, por la
presencia en el sitio del resto antropológico más antiguo
recuperado en Euskal Herria. Se trata además de un yacimiento de
gran potencia (superior a los nueve metros de estratigrafía), con
una buena representación cultural (con posibles niveles del Paleolítico
inferior, medio, superior y Edad del Bronce), una riqueza media de hallazgos
y algunos períodos clave bien representados (fundamentalmente, las
más antiguas evidencias y la transición del Paleolítico
medio al superior).
La necesidad de retomar los trabajos de campo en Lezetxiki viene dada por
dos circunstancias: el progresivo deterioro del testigo estratigráfico
dejado en su día por J.M. de Barandiarán y la aplicación
de nuevos medios de estudio a un yacimiento cuya reconstrucción ha
resultado siempre problemática. En relación con el primer
aspecto, es necesario recordar que el yacimiento está constituido
por un canal kárstico (una cueva en forma de túnel) parcialmente
destruido. El testigo norte de la excavación clásica se sitúa
bien protegido por la visera del túnel, pero no así el sur,
que durante treinta años ha conocido el ataque de la lluvia, de la
tala del pinar allí localizado y de algún que otro vándalo.
Hoy en día, el terreno es ya de propiedad municipal y el depósito
se encuentra protegido por un cierre perimetral.
Próximamente se culminará esta tarea con la organización
de una cubierta para el área de excavación y la recuperación
naturalística de su entorno inmediato.
Un segundo objetivo de la excavación radica en clarificar algunos
aspectos oscuros de la excavación clásica, recurriendo en
la medida de lo posible a nuevos recursos técnicos descubiertos desde
1968. Un aspecto poco atendido en la época era el de la cronología
absoluta, debido a que el método del carbono 14 daba entonces sus
primeros pasos. Actualmente existen múltiples variables para obtener
una datación absoluta y nos proponemos explorar todas las posibilidades
de las mismas. También se ha ampliado significativamente la gama
de análisis paleoambientales a
realizar, al tiempo que se ha mejorado su resolución. Un nuevo muestreo
en la superficie que excavamos desde 1996 (unos seis metros cuadrados) permitirá
conocer mejor el desarrollo del yacimiento y de sus ocupaciones durante
los al menos 100.000 últimos años.
Finalmente, existe una última circunstancia externa al yacimiento
que le proporciona un nuevo contexto, inimaginable hace treinta años.
A menos de trescientos kilómetros de Lezetxiki, en las inmediaciones
de Burgos capital, se vienen recuperando durante la última década
numerosos restos óseos de treinta y tres individuos depositados en
la Sima de los Huesos de Atapuerca, hace unos 350.000 años. Se da
la circunstancia de que algunos de los húmeros localizados en Atapuerca
son casi idénticos en morfología y medidas al clásico
resto de Lezetxiki, encontrado en 1965. Aunque ello no implique forzosamente
una relación directa entre ambos sitios, parece evidente (así
lo interpretan al menos los
investigadores del equipo de Atapuerca) que esta proximidad formal de los
fósiles puede dar a entender cierta similitud desde el punto de vista
cronológico. El tiempo corroborará o desmentirá sin
duda esta posibilidad, que de ser cierta multiplicaría por tres los
cálculos más optimistas dados hasta la fecha en relación
al resto de Lezetxiki, alejándolo de una relación filética
con el tipo humano de Neanderthal (en este caso, deberíamos tomar
como referencia un tipo humano previo).
En estas circunstancias, resulta fácil suponer que nos encontramos
en una fase de nuestro trabajo de ilusión extrema, a pesar de que
no hayamos concluido aún la excavación de la segunda de las
nueve unidades estratigráficas diferenciadas en el yacimiento clásico.
Ilusión sólo truncada por la perspectiva de que en un plazo
medio el trazado del Tren de Alta Velocidad correspondiente a la Y ferroviaria
vasca pase al mismo
pie de la cueva, destruyendo su contenido, así como el de los
yacimientos próximos de Laminen Eskatza, Kobaundi, Lezetxe, Lezetxikiko
Harpea y Oterreta II. Esperemos que el proceso de alegaciones al trazado
previsto permita evitar lo que supondría una pérdida patrimonial
irreparable. Tan sólo en Lezetxiki estimamos que cerca del 60 % del
sedimento no ha sido todavía excavado.
Alvaro Arrizabalaga es presidente de la sección de
Prehistoria y Arqueología de Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios
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